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Mi compromiso con la comunidad

Por: Benjamín Sabalza, aprendiz de Tecnólogo en Salud Ocupacional (La Mina)

Los seres humanos hemos vivido, trabajado y jugado en grupos comunitarios desde los inicios de nuestra historia. Nuestras comunidades han sido cruciales para nosotros, no sólo para nuestra supervivencia física, sino como fuente y base de nuestra vida social y nuestros valores. El sentido de pertenencia a una comunidad o la comunidad como unión entre nosotros nos ha mantenido unidos y nos ha permitido vivir y actuar en común. La salud de las cadenas comunitarias y el sentimiento comunitario son indicadores vitales de la salud social.

Hoy, las comunidades en todo el mundo están en crisis. Las sociedades industriales han probado ser claramente eficientes destructoras de comunidades tradicionales, sin embargo, sin ser capaces de ofrecer alternativas viables para reemplazarlas. El automóvil especialmente ha llevado a la explosión de la escala humana, de las comunidades cara a cara. Donde la gente una vez vivió a distancias que caminando llegaban a sus trabajos, iglesias, mercados locales, ahora tienden a estar dispersos y anónimos.

Los 'sistemas de entretenimiento en casa' - televisión, radio, estéreos, etc. - han contribuido más a la atomización y la erosión de las cadenas comunitarias y de las tradiciones colectivas, así como otros incontables patrones de la vida moderna.

La erosión de la comunidad ha erosionado también muchas de las bases de movimientos potenciales de oposición y cambio. Movimientos exitosos para el cambio requieren que la gente conozca y confíen unos en otros, a través de trabajar juntos, vivir en los mismo vecindarios o a través de la asociación voluntaria. Sin la existencia de comunidades naturales esto se vuelve mucho más difícil. A pesar de ello, quienes tienen una posición de poder a menudo han buscado conscientemente una estrategia para promover la división entre las líneas de raza, género, lenguaje, etnia y religión, precisamente para evitar que la gente se una en sindicatos o en grupos comunitarios que pongan en riesgo su dominio.

No es de sorprender entonces que estamos viendo en todas partes las señales de un rompimiento social que puede ser relacionado con el rompimiento de la comunidad y los valores compartidos. El sistema de valores dominante puede ser reducido importantemente a la idea que lo único valioso es obtener para uno mismo tanto como sea posible.

Los especuladores de bienes raíces y los criminales en las calles, ambos, viven de esta manera y ambos contribuyen con su parte para hacer a las ciudades menos viables. Los gobiernos en todos los niveles toman decisiones sobre la planeación y el transporte que sólo empeoran el problema.
Al ver todo esto, la gente está tratando de organizar una resistencia y trabajar por las alternativas.

Uno de los problemas principales que une a la gente es la preocupación por el ambiente: el aire que respiramos, el agua que bebemos, el ruido y la basura tóxica en nuestros vecindarios. Otro tema crucial es la vivienda. A lo largo de Canadá el número de personas sin hogar o con lugares inadecuados para vivir ha ido en incremento. El desempleo, los precios disparados, la falla para construir casas al alcance de la mayoría y las políticas gubernamentales de 'des-institucionalización' para aquellos que requieren cuidados como pacientes psiquiátricos, al dejarlos en la calle, todo esto contribuye a la crisis.

Las comunidades basadas en organizaciones saben que la desaparición de casas seguras y baratas es la principal contribución no sólo para el desamparo, sino para muchos otros problemas sociales contra los que están tratando de lidiar.
Una respuesta ha sido iniciar proyectos de casas sin fines de lucro y presionar a los gobiernos para que hagan lo mismo.

Cada vez más, grupos comunitarios, cooperativas y grupos religiosos, más que los constructores privados o el gobierno, se han dado a la tarea de construir casas de bajo presupuesto, aunque con mucho menos presupuesto.

Algunos grupos han destacado la vital, pero explosiva, situación del control y propiedad de la tierra. Argumentan que los terrenos y las casas no deberían ser artículos comprados y vendidos para enriquecer a unos pocos. Han propuesto impuestos más altos para los especuladores y sostienen que el uso de suelo debería ser guiado por la planeación basada en las necesidades humanas y respeto al ambiente, no simplemente ser determinado por la posibilidad de alguien para obtener una utilidad.

Grupos en todo el país están trabajando en estos asuntos. La mayoría están orientados localmente y algunos están buscando formas de unirse a otros para incrementar su impacto y potencial.

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